Siesta del bebé: ¿hasta qué edad?

Las siestas son parte del buen desarrollo de los bebés. A medida que el bebé crece, sus necesidades de sueño evolucionan y la frecuencia de las siestas disminuye gradualmente. ¿Hasta qué edad necesita un niño dormir durante el día? ¿Cuáles son las señales que indican que está listo para dejar de dormir la siesta?

Siesta del bebé: ¿hasta qué edad?

¿Por qué es esencial la siesta?

  • La siesta no es solo un momento de descanso, sino que desempeña un papel importante en el desarrollo del niño:
  • Favorece la memorización y el aprendizaje.
  • Permite que el organismo se regenere, facilitando el crecimiento y el fortalecimiento del sistema inmunológico.
  • Reduce la irritabilidad y mejora el manejo de las emociones.

¿Cómo evolucionan las siestas según la edad?

Durante los primeros años de vida de un bebé, las siestas siguen una estructura bien definida:

  • De 0 a 6 meses: los recién nacidos duermen una media de 14 a 18 horas al día, repartidas entre el día y la noche. Suelen hacer de 3 a 4 siestas al día, adaptadas a su ritmo de sueño irregular. 
  • De 6 a 12 meses: el bebé empieza a estructurar su sueño con 2 o 3 siestas diarias: una por la mañana, otra a primera hora de la tarde y, a veces, otra al final de la tarde. 
  • De 12 a 18 meses: la siesta de la mañana desaparece gradualmente y el niño suele conformarse con una larga siesta después del almuerzo.
  • De 18 meses a 3 años: Solo se mantiene una siesta diaria, con una duración media de 1 hora y media a 2 horas. Es esencial para que el niño recargue las pilas. 
  • De 3 a 5 años: Algunos niños empiezan a reducir o incluso a dejar de dormir la siesta, aunque otros todavía la necesitan. En el jardín de infancia, la siesta se convierte en opcional y puede sustituirse por un rato de tranquilidad. 
  • A partir de los 5 años: La mayoría de los niños ya no duermen la siesta, ya que su sueño nocturno es suficiente para recuperarse.

¿Cómo saber si su hijo está preparado para dejar de dormir la siesta?

Todos los niños son diferentes, por lo que algunos seguirán necesitando dormir más tiempo durante el día que otros. Estos son algunos indicios de que un niño puede prescindir de la siesta

  • Tarda mucho en dormirse durante la siesta o en jugar en la cama sin buscar el sueño. 
  • Tiene dificultades para dormirse por la noche o se despierta más temprano por la mañana. 
  • Cuando se salta la siesta, no parece estar de mal humor ni cansado al final del día. 
  • Se resiste activamente a la hora de la siesta y prefiere jugar o hacer otras actividades.
  • Parece estar en forma y con energía todo el día, incluso sin siesta.

¿Cómo gestionar la transición hacia el cese de la siesta?

Si su hijo empieza a reducir o rechazar las siestas, es importante respetar su ritmo y acompañarlo suavemente en esta transición.

  • Observar su nivel de fatiga: Algunos días, una siesta puede seguir siendo necesaria. Déjele la posibilidad de descansar si es necesario. 
  • Sustituir la siesta por un momento de tranquilidad: en lugar de dormir, ofrézcale un momento de descanso con actividades tranquilas (lectura, música suave, colorear).
  • Aumentar la hora de acostarse: para compensar la supresión de la siesta, puede ser útil acostar a su hijo más temprano por la noche.
  • Regularizar los horarios de sueño: Un ritmo estable favorece un sueño de calidad y facilita la adaptación a la ausencia de siesta.
  • Adaptar las actividades de la tarde: Evitar actividades demasiado excitantes al final del día para no compensar la falta de descanso con una estimulación excesiva.

Las particularidades de los gemelos

Cabe señalar que algunos niños, especialmente los gemelos, pueden dejar de dormir la siesta antes que otros. En este caso, es posible que uno de los gemelos siga durmiendo mientras que el otro prefiere permanecer despierto. Puede ser aconsejable hacerlos dormir en espacios diferentes para respetar el ritmo de cada uno.

La siesta es una necesidad fisiológica esencial para los niños pequeños, pero su importancia disminuye con la edad. Aunque, por lo general, desaparece entre los 3 y los 5 años, cada niño evoluciona a su propio ritmo. Por lo tanto, hay que estar atento a sus señales y adaptar el día a día en función de sus necesidades de sueño.

Si se favorece un entorno propicio para el descanso y se establecen momentos de tranquilidad, la transición hacia la supresión de la siesta se hará de forma suave y respetando el bienestar de su hijo.

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Especialista en seguridad del sueño del bebé
Publicado por : Nanny Care Especialista en seguridad del sueño del bebé
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